lunes, 6 de julio de 2020

Reflexiones...




LOS PUEBLOS NOS INDICAN EL CAMINO.

Toda la transición he leído y escuchado que era imprescindible la llamada “unidad de la izquierda” para tener opciones de transformar la vida de los mas necesitados, de los mas desfavorecidos. Pareciera que esa unidad fuese la panacea del cambio político y social en nuestro país. Que es el único y posible camino para ganar un gobierno, pero desde mi punto de vista, esta afirmación o tesis tiene poco de objetivo y aún menos de acertada. Basta con responder a un par de preguntas para comprender que esta teoría de frentes, coaliciones, no alcanzaron nunca, la confianza de los ciudadanos y no conectó nunca con los mismos. ¿Cuántos frentes de izquierda conocemos que hayan tenido éxito en la historia de la Europa democrática? Ninguno, no existe antecedente. ¿Cuántas veces ha fracasado esa fórmula en la transición española hasta nuestros días? Cuatro. Frutos y Almunia ya lo intentaron, después Anguita, después Unidas Podemos y en el sur, Adelante Andalucía. En todos se hizo un esfuerzo de incorporación de las sensibilidades sociales, ecología, feminismo, pacifismo, humanismo, etc., y en los últimos tiempos, hasta se incorpora el nacionalismo (que ha sido antagónico con los postulados de las izquierdas internacionalistas) para ampliar la base electoral sin resultado positivo alguno. Todos han significado un retroceso en lo que a representación institucional y organización popular se refiere.  
¿Por qué seguimos empecinados entonces en esa fórmula que no tiene aceptación popular? .

Los partidos de la llamada izquierda son dogmáticos. Es decir, defienden (legítimamente) unas teorías elaboradas en otros tiempos y las siguen como al faro que indica el camino en las oscuridad. Se dotan de pensadores, de retóricos intelectuales, de analistas, desde mi humilde opinión, para acomodar la realidad política y social  actual a sus conceptos, a sus intereses ideológicos, pero ni el cambio ni la transformación han avanzado con ellos, esto si es constatable, desde hace más de 35 años.
                Lo curioso es que esta izquierda heredada de la transición, se pasa la vida buscando síntomas, vislumbrando hechos, referentes sociales, políticos y culturales que ayuden a reconocer el camino correcto a seguir y sin embargo, han pasado de puntillas, como no queriendo ver, que un 15 de mayo del 2011, hubo un estallido social que dio un “puñetazo en la mesa”, para marcarnos el camino a seguir. 
El mayor referente político y social de la historia de la democracia europea estallaba en nuestro país con un aplastante apoyo  y mantenido en el tiempo. 
¿No debiera ser esta clara y contundente manifestación popular el mayor y mas nítido referente a seguir si se pretende conectar con una mayoría social que posibilite el cambio incluso para esa izquierda dogmática?. A mi juicio si.
El 15M mostró el camino a seguir de todos los que creemos en la transformación social y política, pero no coincide con las tesis dogmáticas de la izquierda tradicional. 
¿Como aceptar los planteamientos de un movimiento social que los conduce a un proceso de regeneración que no están dispuestos a atravesar? 
Este movimiento popular, tuvo grandes enemigos y no solo entre las derechas y los poderes fácticos, sino también en una izquierda anquilosada y caduca, que pretende opacarlo, que pasa de puntillas, con miedo analítico ante un pronunciamiento  popular de dimensiones gigantescas que ha influido en el conjunto del planeta y que debiera ser su norte.

Desde mi humilde opinión, el camino lo marcan los pueblos cuando se manifiestan de modo masivo. Lo contrario, los dogmas, nos han conducido al testimonialismo político y a la esclerosis organizativa la mayor parte de nuestra historia democrática. 
El 15M iluminó un camino enorme, el de la organización popular en los territorios, en las plazas, el de la solidaridad vecinal, el del empoderamiento popular que nada tiene que ver con las coaliciones electorales de partidos creadas por arriba, que nada tiene que ver con las sopas de siglas ni con los frentes de izquierda ya ensayados y fracasados. 
Nos abrió el camino de la trasversalidad popular que suma, el del sometimiento al asamblearismo, el de la articulación en círculos territoriales, de la revocación, de la solidaridad vecinal... y cuanto mas nos alejamos de ese enorme faro, más fracasamos en nuestros intentos de cambio político y social.

Nunca es tarde para rectificar.
Un saludo.

Miguel Aguilera.